domingo, noviembre 05, 2006

Recorrido por la costanera del lago Karaguchiko

El recorrido del día domingo fue de unos 12 km. Y pensar que en talca nunca caminé entre la casa y el mall. Hubiera sido diferente vivir en Puerto Varas o Valdivia. Con los niños.

Mara me acompaña nuevamente. Nos bajamos en la última parada del retro bus en el lago karaguchiko y nos empezamos a devolver por un sendero para caminantes que existe para todo el lago.

Unos paisajes impresionantes. Contrastantes entre luz y sombra.

Las enredaderas cuelgan de los cedros y arman un mosaico de colores.















Los jardines intencionalmente se llenan de lavandas para ofrecer espectáculo agradable a los fotografos y turistas. Pero no son puestas por el municpio, son puestas por los dueños de casa.


Una señora de unos 60 años pasa su tiempo pintando el lago, los cerros, los botes pescando. Mara disfruta tomando fotos a un templo.


Unos patos disfrutan de la vegetación que les han creado artificialmente en balsas flotantes. Allí, alejados de la orilla ponen sus huevos y se refugian. Hay muchos. Pienso que en el embalse Ancoa, se puede hacer algo similar. Crear ambientes articifiales para facilitar el proceos de instalación de la vegetación ribereña a orillas del embalse y así facilitar el proceso de poblamiento de especies de aves propias de humedales, naturales y artificiales. de esto se trataba lo que veía en libros de restauración ecológica.


Ok. Tomamos el brus retro de regreso a la ciudad para seguir al lugar del atardecer y alcanzar a recorrer un taller de cerámicas que mara quiere conocer.


Llegamos y le enseñan a una niña a hacer su propio collar. Luego a la arena y pasados 30 minutos los viene a buscar, no sin antes haber pagado 3000 yenes (15 mil pesos).

Ok, llegamos tarde a la puesta de sol. Pero los colores siguen allí. Alcanzo a tomar una decena de fotos. Van las dos mejores.

Más de 9 años que no tomaba tantas fotos. vuelvo a recuperar la sensibilidad del ojo.

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