
Hoy no estaba con pilas como para salir a las 9:30 como lo hicieron mis compañeros. Decidí salir a mis tiempos, con mis ritmos, con mis gustos.
Compré un tiket de una micro que recorre diferentes sectores de los lagos que rodean al monte fuji, la idea es que pueda bajarme en cualquier punto, mirar, tomar nuevamente la siguiente midro y continuar.
Un ticket de dos dias sale $5000 pesos o 1000 yenes. En el parada de bus me encuentro con Ahmed y Padeul que van a Tokio.
Tomo el bus. Se sienta unasimàtica señora chiquitita a mi lado. Me hace reverencia pidiendome permiso para sentarse. Le sonrío. Unas cuadras más allá me dice sumimasen, pide que le toque el timbre. Lo hago. Arigatooooo. Gozaimasss. Muchas reverencias y baja. Ando solo e igual me comunico. Esto parte bien.
En el sector del show de monos decido bajar, no para ver lo que me imagino es un triste espectáculo con unos monos obligados a imitar a personas, me bajo porque veo una feria de muchos colores. Veo el mapa. El lugar dice llamarse Tintes de otoño.


Esto promete. Me preocupo por la capacidad de memoria de mi tarjeta de solo 128 mb, me da como para 140 fotos solamente.

Esto es una feria costumbrista.




Pienso que más de algún comentario llegara respecto de que no tenemos una cultura para hacer algo así y que la gente se andaría robando las plantas para vencerlas en el cementerio. Pero no creo que pase algo así. La universidad de talca celebra el comienzo del otoño. Crea un libro de fotos. Cualquier inmobiliaria que se precio por tener arquitectos cultos no metalizados podría aspirar a algo similar.

Chiken? pregunto. Hai, chiquin, me responden. Compro uno y dos, a 100 yenes (500$). Lo asan , lo bañan en caramelo o algo dulce y lo vuelven a asar. Miro la foto y me imagino que mi hermana me dirá que se parece a mi ex señora. Se parece efectivamente. Arigató gozaimazz le digo, que es gracias en presente. Arigato Gozaimachta me dice mi ex señora. Que es gracias pero en pasado.
Mejor me voy de aquí. Veo unos cerros no muy lejos, donde termina la ciudad. Veo quebradas de colores. Voy hacia allá.
La señorita del chiquin se despide con una sonrisa.
Konichiguaaaa le digo.
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